“Es una experiencia que te ensancha el alma”

- Categoría: Voluntariado
- Fecha: 30 de Julio de 2020
Sonia Adam Navarro es valenciana, doctora en Biología y, después de su experiencia de voluntariado internacional con InteRed, sabe que su lugar está en Guinea Ecuatorial. Durante siete meses trabajó en el Laboratorio Castroverde de la Institución Teresiana en Malabo, como responsable de Gestión de Calidad y de almacén, para apoyar a la entidad a cumplir los requisitos para que el laboratorio sea considerado de referencia.
La pandemia del Covid19 hizo que Sonia tuviera que adelantar su viaje dos meses y que sus ganas por regresar se afiancen cada día. La experiencia de Sonia en Malabo está llena de abrazos (que en los últimos meses se vieron truncados por el virus), de cotidianidades y de aprendizajes que, cuenta, le han permitido ensanchar el alma.
¿Puedes describir el entorno o contexto social y económico del lugar donde está instalado el Laboratorio Castroverde?
El laboratorio está situado en el barrio de Ela Enguema, un barrio humilde donde, aunque la gente vive aparentemente bien, se hace evidente que tienen dificultades cada día. Hay gente que no tiene agua en su casa, muchas personas no tienen luz y aunque, comida no les falta, las condiciones de higiene no son las más adecuadas y muchos de ellas no tienen acceso a una atención sanitaria de calidad por falta de recursos económicos
¿Qué papel cumple el Laboratorio en la comunidad?
Se trata de un laboratorio de análisis clínicos público-privado, en el que se llevan a cabo pruebas diagnósticas de inmunología, hematología, microbiología, parasitología, bioquímica, entre otras. Pertenece a la Institución Teresiana y se ayuda a aquellas personas que no pueden costearse las pruebas o los tratamientos.
Y si logra certificarse, ¿qué labor podría desempeñar?
Si lograra certificarse como Laboratorio de referencia podría adquirir otros equipos para poder llevar a cabo técnicas de biología molecular que completarían todo el abanico de pruebas posibles. Esto permitiría realizar más pruebas diagnósticas y más completas. Con ello se podrían detectar otro tipo de enfermedades más difíciles de diagnosticar.
¿Qué momento o momentos del día disfrutabas más?
El momento de saludar cada mañana con un abrazo a todas mis compañeras y compañeros, jugar con los niños y las niñas del barrio al salir del trabajo, las comidas en casa, la ducha, cada almuerzo, las clases de francés y las clases de baile en el gimnasio. Las risas con Casilda y Rocía durante la cena.
¿Cómo cambió el Covid19 las dinámicas de vida y relaciones de las personas?
La dinámica era de casa al trabajo y del trabajo a casa. Dejamos de abrazarnos y de tener cualquier tipo de contacto físico. La relación con el resto de personas cercanas se redujo a hablar por teléfono.
¿Cuál es la situación que más te preocupa del impacto que el Covid19 pueda tener en Guinea Ecuatorial?
La falta de recursos a nivel sanitario y la falta de acceso de gran parte de la población a una sanidad de calidad, la falta de espacio y equipamiento en los hospitales y por supuesto el nivel de desinformación al que es sometida la población por parte del Gobierno. Esto provoca el relajamiento de la gente en cuanto a las medidas preventivas, lo que dificulta el control de la pandemia.
¿Tus tareas cambiaron ante la respuesta al Covid19?
Sí, durante un tiempo también estuve pasando consulta a los pacientes de VIH las tardes de los martes y jueves; ya que la directora del laboratorio tenía que colaborar en el diagnóstico del Covid en el laboratorio de Baney.
Tuviste que regresar tres meses antes de lo previsto, ¿cómo viviste esa situación y este cambio?
Lo viví con mucha pena. No pude despedirme de la gente como me hubiese gustado, incluso hubo personas de las que no me pude despedir. Es muy duro irte cuando lo único que quieres es quedarte. Me sentí culpable durante un tiempo y fue difícil soltar ese sentimiento. El cambio me costó muchísimo y aun, a día de hoy, sigo sin acostumbrarme del todo a estar aquí, ya que no consigo tener de nuevo ese sentimiento de arraigo, al menos no por completo.
¿Qué ha supuesto en lo profesional y en lo personal esta experiencia de voluntariado internacional para ti?
A nivel personal un autoconocimiento y crecimiento interior enorme. Conseguí conectar 100% conmigo misma y eso fue maravilloso. A día de hoy me conozco muchísimo más y eso me permite gestionar las cosas de una forma diferente y mucho más fácil. También he aprendido a tener más paciencia y a adaptarme a la forma de trabajar y de pensar de mis compañeros para poder alcanzar el equilibrio.
A nivel profesional vuelvo sabiendo mucho más del funcionamiento interno del laboratorio, he aprendido a controlar y gestionar el stock del almacén y por supuesto he aumentado y reforzado mis conocimientos sobre las diferentes técnicas analíticas para el diagnóstico. Además, he podido conocer también el funcionamiento de cada uno de los equipos con los que se llevan a cabo las pruebas de inmunología, bioquímica y hematología.
De tu experiencia y aprendizaje, ¿qué mensaje te gustaría trasladar a quienes se estén planteando realizar un voluntariado internacional?
Es una experiencia que recomiendo a todo el mundo independientemente de la edad porque si de verdad te permites a ti misma vivirlo, es una experiencia que te ensancha el alma, que te abre la mente y que te permite ver la vida desde otra perspectiva, independientemente de tus creencias o pensamientos. Indudablemente te cambia la vida para bien.
En mi opinión, si todas las personas vivieran este tipo de experiencia alguna vez en su vida, aunque fuera por un periodo más corto, muchos prejuicios desaparecerían, la gente sería más tolerante y se daría cuenta de lo que realmente es un problema.