“Una oportunidad de abrirte al mundo”

- Categoría: Voluntariado
- Fecha: 30 de Julio de 2020
A sus 27 años, el donostiarra Aitor Marañon Loidi ha viajado ya cinco veces a Guinea Ecuatorial para colaborar con el Centro Virgen María de África, en Malabo. El último viaje, el quinto, iba a ser diferente. Aitor había pedido una excedencia para poder hacer un voluntariado internacional con InteRed y poder acompañar al alumnado en las tareas de apoyo de la tarde, organizar la primera experiencia de voluntariado en Guinea y ayudar en las clases que se organizan la primera quincena de julio para el alumnado del colegio de la Institución Teresiana.
Y diferente fue, sin duda, por muchos motivos: por la Covid-19, por el cambio en las tareas iniciales asignadas, por el confinamiento y por los aprendizajes siempre enriquecedores que le han aportado estos cuatro meses en Guinea.
¿Qué te motivó a realizar este voluntariado en Guinea Ecuatorial y por qué esta experiencia iba a ser diferente a las anteriores?
La motivación especial del voluntariado en Guinea viene de muchos años atrás. Motivos familiares me trajeron a Malabo en junio del 2017, para colaborar en unas “supervacaciones” que se organizan en el Colegio e impartir clases de lengua y matemáticas de apoyo al alumnado de entre 4º de primaria y 2º de la ESO. Todo ello marcado en un contexto que, desde mi infancia, había vivido en la distancia, puesto que mi tía lleva ya largo tiempo en esta tierra y siempre oía hablar de Malabo en casa.
Esta experiencia traía consigo un reto personal para mí, dado que era la primera vez que haría una estancia de cuatro meses, fuera de Euskadi y en la que me planteaba poder colaborar en la gestión de aulas de apoyo de la tarde, a la finalización de las clases, o incluso intentar que otros jóvenes acudieran por un periodo de un mes a Malabo, a conocer dicho contexto sumergirse en esta realidad maravillosa para mí.
Tu llegada a Malabo estuvo marcada por la cuarentena, ¿cómo te sentiste al enterarte?
Mi llegada a Malabo fue intensa. Volé el día que España decretaba el estado de alarma sanitaria y el mundo entero estaba viviendo una realidad que no esperábamos fuera tan larga en el tiempo. Nada más llegar al aeropuerto, me indicaron que debía guardar una cuarentena de 15 días en un hotel, sin contacto con el exterior. Ese momento recuerdo que sentí tristeza por estar lejos de casa, pero al segundo día pensé que, de alguna manera, Malabo también era mi casa y que debía sentirme tranquilo.
Con el cierre de colegio y restricciones de movilidad, tus funciones iniciales ya no podían desarrollarse. ¿Qué tareas pudiste finalmente realizar?
De lo previsto a lo real ha habido un cambio considerable, pues prácticamente pasé de colaborar en el colegio a colaborar en el Laboratorio Castroverde, en el área administrativa. Pasado el mes de mayo, a primeros del mes de junio, el Gobierno permitió abrir los centros educativos para la realización de exámenes y pudimos contactar con algunos alumnos y alumnas. No obstante, en el periodo de cuarentena, pudimos organizar material escolar para el alumnado y se pudo colaborar en tareas de limpieza y desinfección.
¿Cómo ha vivido la población en Malabo el impacto de la pandemia y del confinamiento? ¿Cuáles eran las principales dificultades?
Mi frase a la llegada a Europa ha sido: “África nos ha ganado la batalla a los europeos en la gestión de la pandemia”. No quiero decir que no ha habido errores, que seguro los ha habido, pero la pandemia se ha vivido con más conciencia y más control que aquí.
La dificultad mayor ha sido la gestión de la alimentación y falta de trabajo en la población. Familias que han ido a los pueblos para poder vivir de lo cultivado en sus fincas, situaciones económicas precarias que han llevado al aumento considerado del desempleo, etc. Creo que el impacto económico ha sido el gran problema de este momento, la situación vulnerable de muchas familias.
¿Qué ayuda o apoyo habéis podido recibir para contribuir a la atención de las familias que estaban en una situación más compleja?
Hemos tenido la contribución económica de InteRed para la ayuda del pago de las matrículas escolares de muchas familias. Una de las preocupaciones era la desescolarización del alumnado a causa de no poder pagar las matrículas, por lo que veíamos que esto debía ser una prioridad. Además, hemos tenido también contribuciones de gente conocida que se ha preocupado por nuestra situación allí y han ido haciendo aportaciones a nivel personal, abonando matrículas completas de cara al próximo curso escolar. Todo ello nos ha permitido ayudar a la formación de alumnos y alumnas.
¿Cuáles consideras que han sido las principales fortalezas de la población para superar o sobrellevar las consecuencias del confinamiento? ¿Alguna que podamos aplicar aquí pese a la diferencia de contextos?
Una de las cosas sorprendentes de la población ha sido la capacidad de búsqueda de remedios caseros para paliar síntomas. Enseguida la genete ha utilizado remedios como cortezas de un árbol, hierbas, etc y con ello han preparado una especie de té, que ha resultado ser positivo por el momento.
La comunidad también ha contribuido en la ayuda mutua y a concienciarse para mantener las medidas de higiene. Una de las aportaciones que ha tenido la pandemia puede ser la contribución a la higiene y limpieza que se exige para no transmitir el virus.
Pese a los pocos días que llevas aquí, ¿cuáles sientes que son las principales diferencias de vivir la pandemia aquí o vivirla en Guinea Ecuatorial?
Tranquilidad es la primera palabra que me viene a la mente. En mi trabajo allí sólo pienso en la tranquilidad con la que hemos vivido esta situación. Aquí mucha gente dice que ha llevado mal estar en casa o tener que estar teletrabajando, pero allí podíamos salir con una autorización especial -que nos hacía el presidente de la comunidad- y ello ha contribuido a llevar el confinamiento mejor. No quiero decir que no hemos tenido momentos tensos, pero la vivencia creo que ha sido mejor en general. Entre bromas puedo decir, que no teníamos tantos protocolos y nos centrábamos más en “el hacer” que en el “hay que hacer”.
¿Cuál o cuáles han sido las principales riquezas o lecciones de esta experiencia, diferente a la que en un principio estaba prevista?
Espiritualidad y conocimiento interior. Este espacio de parón en el mundo me ha venido bien para que, gracias al acompañamiento de una de las teresianas, haya podido descubrir más de mí mismo. En muchas ocasiones, me he dado cuenta que vivimos la vida planificada y creo que esto nos ha demostrado que a veces, planificar está bien, pero en otras ocasiones hay que dejar que la vida fluya como llega. Y no estamos acostumbrados a ello, por lo que este momento ha sido bueno para mí a muchos niveles. Yo creo que la lección debe ser, no planifiques y actúa. El mañana puede que no sea lo que estaba previsto.
Qué tres consejos te gustaría compartir con aquellas personas que se estén planteando realizar un voluntariado internacional
Es una Oportunidad de abrirte al mundo.
Te permite reflexionar sobre todo lo que tenemos y en ocasiones no valoramos. Y contactas con otro hogar, otra casa.