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Tejiendo vidas libres de violencia.

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Fecha:
Enero 2015
Tipo de recurso:
Recursos educativos
Temática:
Género

InteRed y la organización local con la que trabajamos en Perú desde 2004, el Movimiento Manuela Ramos, hemos ido construyendo y consolidando una relación de colaboración y complicidad que ha tenido su principal concreción en los proyectos de cooperación internacional. En todos estos años ambas organizaciones hemos desarrollado conjuntamente varias intervenciones en el Perú dirigidas a contribuir al derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Tanto Manuela Ramos como InteRed, parten del convencimiento de que la violencia de género es expresión de las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres y que su erradicación pasa necesariamente por modificar dichas relaciones apoyando procesos de empoderamiento, individuales y colectivos, de las mujeres.

Como parte de esta alianza se ha desarrollado el proyecto «Empoderamiento de mujeres organizadas para la reducción de vulnerabilidades en la ruta de atención de la violencia familiar y sexual en la Región de Puno, Perú» cofinanciado por el Ayuntamiento de Córdoba en la convocatoria del año 2012.

El proyecto ha tenido como objetivo principal involucrar a las mujeres en la supervisión, acompañamiento y control de los servicios públicos para la atención de las mujeres víctimas de violencia de género. Facilitar la participación de las mujeres en la gestión de los recursos, no sólo persigue mejorar la calidad de la atención que se brinda, sino al mismo tiempo avanzar en la prevención gracias a una mayor toma de conciencia de las causas de la violencia de género y la defensa de sus derechos por parte de las mujeres (empoderamiento).

Las protagonistas del proyecto han sido mujeres quechua y aymara que viven en los distritos de Lampa, Acora y Puno, en el Departamento de Puno, junto a las orillas del lago Titicaca. Muchas de ellas son artesanas tejedoras, tienen un rol de lideresas en sus comunidades y participan en organizaciones de base de la zona.

En total han sido casi 500 las mujeres que se han involucrado en diferentes momentos a lo largo de la intervención, representando a 20 organizaciones locales.

El punto de partida del proceso, lo marca el desarrollo de un plan de formación que les ha permitido desarrollar capacidades para reflexionar, expresarse, identificar y tomar decisiones para enfrentar una forma de violencia (de género), que a menudo se asume y se naturaliza como parte de las relaciones normales entre hombres y mujeres.

Como parte del mismo proceso educativo, las mujeres traducen la formación recibida a su propio contexto y a la realidad cotidiana más inmediata, suya y del resto de mujeres de sus comunidades.